sábado, 25 de diciembre de 2010

Los que se van

Hace pocos meses se marchó una de mis primas a trabajar a Londres. Casi al mismo tiempo, me enteré de que una de mis viejas amigas del colegio se acababa de marchar a una localidad cercana a Londres a trabajar. El hermano de un amigo mío está ahora en Francia, pasando las pruebas de ingreso en el ejército francés.

Mi primer contrato de trabajo lo conseguí en Valencia en 1994, justo con la otra crisis. Ahora no encuentro trabajo de ninguna de las maneras.

Me pregunto si esta vez no me tendré que marchar más lejos y si me dará tiempo de terminar de estudiar la carrera. De momento, no quiero tomar ninguna decisión hasta que no termine este curso.

jueves, 16 de diciembre de 2010

¡Qué cabreo llevoooooooo!

Hoy me he equivocado en un examen de matemáticas al copiar unos números de la pizarra a mi hoja. El procedimiento lo tengo bien, el resultado (con mis giros extraños) está bien, pero como no coincide con lo que tiene que dar... ¡mieeeeeeeeeeeeeeeeeerda! no me lo va a valorar como bien.

El segundo problema no sabía hacerlo hasta el final. A eso he ido con resignación.

Había conseguido levantar la asignatura de matemáticas con los últimos resultados y ahora ya veremos si este examen me hace media (para participar en el 50% que ahora han establecido con Bolonia).

Tengo un cabreo y una frustración encima monumentales.

jueves, 9 de diciembre de 2010

9 de diciembre

Cuando me iba a acostar, he recordado que hoy hace dos años que salió mi sentencia de divorcio. ¡Qué rápido pasa el tiempo! ¡Cuántas cosas me han pasado en tan poco tiempo!

He recordado cuando estaba casada. Lo cierto es que últimamente siento nostalgia de la vida que llevaba cuando estaba casada. No echo de menos a mi exmarido, pero sí mi vida de antes, hasta incluso, la persona que yo era hace unos años. Hay gente que dice que estoy mejor, pero yo noto mi vida incompleta. Quizás es porque estoy en el paro y he tenido que volver a vivir en casa de mi madre.

Reconozco que tengo momentos en los que me gustaría volverme a casar. Le doy unas cuantas vueltas y me pongo a soñar: los vestidos de novia, maquillaje, peinados, complementos, ¿ayuntamiento o iglesia?, banquete, flores... pero al final, siempre llego a la misma conclusión, creo que volvería a hacerlo como la primera vez: en el Registro Civil, con el traje de chaqueta que usaba para determinadas entrevistas, y luego a tomar un aperitivo con los poquitos que hayan podido venir. Lo único que sí cambiaría es que me iría a la peluquería, pediría un maquillaje profesional y me compraría un buen traje de chaqueta o un vestido corto, unas medias bonitas y unos buenos zapatos.

jueves, 7 de octubre de 2010

De cráneo

El 13 de septiembre comencé las clases en la universidad. He escogido ADE, porque está relacionado con todo en lo que he estado trabajando durante los últimos 7 años. No me puedo creer que lleve casi dos años en paro y tenga a la vuelta de la esquina el fin de la prestación.

Sí que he buscado empleo, pero apenas he tenido entrevistas y todo en lo que he participado en los últimos meses... no me ha reportado nada económico.

Ahora realizo junto con la universidad un curso de gestión de salarios y Seguros Sociales del SERVEF. Nunca me había gustado la parte de RRHH, pero gracias a este curso, he visto la luz en el tema laboral y me está gustando por primera vez en mi vida. Calcular una nómina ya no me supone un mundo, como cuando estudiaba en el ciclo formativo. Es más, calculo incapacidades temporales  (enfermedad común y accidente laboral o no), tipo de retención de IRPF (esto me ha parecido fascinante, es esas cosas que dices ¡guau! no sabía que esto se hacía así) y ayer hice mi primera maternidad con su TC-1 y TC-2.

En la universidad, de momento no me va tan bien; me gusta lo que estoy haciendo, pero llevo un lío... me confundo constantemente y me da mucha rabia. Además, hacía mucho tiempo que no estudiaba matemáticas como las estoy viendo ahora, ¡y eso que hemos empezado por lo más fácil!: límites, funciones, continuidad y discontinuidad, etc. En fin, espero poder remontar.

Todo esto sólo es cuestión de paciencia y constancia. No hay que dejarse ganar la partida fácilmente.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Contestación a Teologiades por "Ilusiones rotas"

Querida Teologiades:

He leído tu entrada y no podría estar más de acuerdo contigo. Yo entiendo lo que estás expresando en tu entrada.

Me ha costado mucho tiempo aprender  que no tengo que adelantar acontecimientos, en parte, eso ha provocado que me contuviera a la hora de generarme unas expectativas muy altas con respecto a alguien o a algo. Por ejemplo: citas un caso muy apropiado con la mujer que se quiere quedar embarazada y no puede. Yo aprendí a que primero ocurriera el hecho y luego, empezar a construir a partir del hecho, es decir, no comprar la cuna antes de estar, por lo menos, embarazada de 6 meses (que es lo que te dicen siempre las abuelas y las madres). Además de eso, aprendí a que no era necesario comprar la cuna, sino que puedes preguntar a ver si alguna amiga o compañera de trabajo te puede prestar la suya, así te ahorras un dinero, ya que es algo que sólo usarás durante un par de años, tres como mucho.

Con las personas me empieza a pasar algo parecido. Acepto que la relación con determinadas personas no tiene que discurrir como SÓLO a mí me gustaría, porque quizás los demás no estén de acuerdo con lo que yo pienso o quiero o no me lo pueden dar por razones que escapan a sus posibilidades. Además de eso, he aprendido a que siempre hay "plan B" con las personas, esto es, si has quedado con alguien y por lo que sea no puede ir contigo, seguro que hay otra persona que hace tiempo que no sabe de ti y a quién le gustaría tomarse algo contigo y pasar el rato. Si no te apetece quedar con nadie, está tu propio orden, ver la tele, leer, escribir en el blog... Siempre hay algo que hacer.

Sé que lo de las ilusiones, como bien dices, es una mierda. Yo me he considerado una persona bastante ilusa, sin embargo, hace poco tiempo que gente mayor que yo me dice que me consideran pragmática, lo cual me deja sorprendida y me halaga, porque de ser una tonta de narices a que me vean práctica y con criterio... ¡Va un mundo!

Allá va otro ejemplo con lo de las ilusiones: el hijo de mi mejor amiga tomará la Primera Comunión al año que viene. Mi amiga lleva todos estos años de catequesis preocupada porque no sabe cómo lo pagará (es deseo de la abuela que el niño tome la Primera Comunión, a la madre le da igual). Mi amiga se ahoga en ese pensamiento y yo ya le he dicho muchas veces que no se agobie y que no adelante acontecimientos, ¿por qué? Porque cada comensal sabe que si quiere ir se pagará el cubierto (eso ya está hablado y estamos todos de acuerdo) y yo me estoy moviendo para ver lo que cuestan los trajes, cómo se pueden pagar, a la hermana cómo la podemos vestir, estoy mirando hasta incluso la segunda mano... y se podrá costear. A lo que no lleguemos, le "echaremos morro" para llegar y si hay que "hacer las plañideras", que no se preocupe, que si a ella no le sale, a mí como sí me sale... que no se agobie.

A mí me hace ilusión ver al niño guapo y que, de alguna manera, vea recompensada su paciencia (tres años de catequesis). Que guarde un recuerdo bonito de ese día, para que pueda mirar para atrás en fotos y eso lo reconforte dentro de unos años.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Dormir con un hombre

Este sábado tuve la ocasión de dormir con un hombre.

Desde que me he divorciado sólo he conseguido dormir cuatro noches con tres hombres distintos. Con el primer hombre dormí dos noches porque era de fuera y se quedó en mi casa. No me sobraba, pero hacía demasiado calor como para pegarnos en julio del año pasado.

Con el segundo hombre dormí una noche y aunque lo seguí viendo las semanas siguientes, nunca me volví a quedar a dormir en su cama. También dormí bien aquella noche. Él me invitó, también quería estar acompañado.

El fin de semana pasado, invité a un hombre a mi casa (la que tenía cuando vivía sola). Preparé la cena y lo que vino después, pues eso... ya somos mayores y no era la primera vez que estábamos juntos. Este tercer hombre es cariñoso y gustaba de dormir como cuando estaba casada: al principio girada hacia él para darle un par de besitos, luego darme la vuelta y dormir de espaldas a él. Y entonces me cogió como lo hacía mi exmarido: me pasó el brazo por encima y me cogió del pecho, pegándose a mí. Yo no se lo pedí. Como ya no hace tanto calor, dormí bien. Casada, dormía así todas las noches, incluso las de verano, porque yo estaba más fresca que mi exmarido y se me pegaba él, y es algo que añoro ahora, quizás no tanto como cuando me divorcié, pero aún me acuerdo.

Me gusta mucho sentir a la persona detrás de mí y que me rodee con uno de sus brazos. Me gusta sentir el calor de la otra persona, es lo mejor para las frías noches de invierno. También rozarme con el hombre. A mí sí me gusta dormir acompañada.

 
Yo opino que la cama, cuando estás en pareja, es un sitio muy especial: hablas, juegas, haces el amor, a veces, empiezas hablando, te peleas y luego se te pasa todo porque sabes que no merece la pena discutir camino de dormir; si te enfadas ni duermes ni te pegas a la otra persona ni nada de nada. Para mí, la cama no es un sitio sólo para dormir, sino para compartir.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Admiradora

Me encanta mi "papá" favorito ¡Qué guapo está de camarero!

Aún recuerdo el primer día que lo vi, fue también el primer día que amanecí en la ciudad otra vez. Como me toca hacer recados, me lo crucé a las 9 de la mañana. Pensé "este chico no está nada mal ¡Vaya! ¡Qué madrugador es! Ya tiene comprado el pan" y también pensé "no sé quién es, no es de cuando yo vivía aquí".

Por las mañanas, me lo cruzo en Mercadona, él hace la compra, lleva a su hijo al cole y lo recoge. Me gusta la forma de sus ojos. Su mirada me recuerda mucho a la David Bowie, sólo que tiene los ojos del mismo color.

Su mujer es guapa también. A veces, me los cruzo a los dos o a la familia al completo. Me gusta cuando los veo juntos, pero disimulo bastante. Él camina a paso ligero.

A todas las mujeres que les he dicho que ese hombre es atractivo, me contestan que no lo es. Siempre les digo que lo vuelvan a mirar, pero a los ojos. Normalmente, ahí sí cambian de parecer.

Es alto y bastante delgado. Moreno de piel muy blanca y con pelo abundante, liso, negro y precioso. Su hijo tiene sus ojos y su mismo color de piel. El papá tiene tendencia a perder peso con facilidad, pero esta primavera cogió unos quilillos y estaba de rechupete.

Lleva todo el verano trabajando en una terraza cercana a casa. Ahora ha vuelto a adelgazar, pero se le marcan más los músculos y está muy moreno. A veces, me voy con alguna amiga o amigo a tomarme algo allí. Él hace un tiempo que se dio cuenta de que lo miraba y el domingo pasado, me saludó por primera vez y me sonrió. Yo le devolví el saludo y la sonrisa. Cuando sonríe su expresión cambia y se vuelve más dulce, no tan gélida como cuando está serio. A mí me gusta de todas las maneras, aunque lo he visto sonreír muy poco, sólo dos veces.

Ya sé cómo se llama, lo vi el otro día en el ticket del establecimiento.

Me gusta mirarlo, porque lo veo entregado a sus obligaciones. No quiero hablar con él, sólo contemplarlo.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Objetivos

Anoche estuve leyendo el blog de Kelevra y me llamó la atención su entrada Paso 2 de 6. Me percaté de que él tiene puestos en el margen inferior derecho una serie de objetivos para realizarse en estos momentos. Precisamente, dicha entrada habla de uno de sus objetivos.

Yo también tuve que replantear mis metas antes del divorcio y después, ya que las circunstancias volvieron a cambiar cuando me quedé en paro.

Objetivos:
1.- Terminar y obtener el título de Técnico Superior: CONSEGUIDO.
2.- Mantener mi independencia: NO CONSEGUIDO.
3.- Estudiar ADE (a largo plazo):  EN CURSO.
4.- Poder convivir con mi madre: CONSEGUIDO Y SIN PROBLEMAS.
5.- Terminar de pagar las deudas (medio plazo): EN CURSO.
6.- Cambiarle las ruedas al coche y pasar la ITV: EN CURSO.
7.- Encontrar un trabajo compatible con los estudios: UTÓPICO TOTAL. Francamente, no creo que sea ni siquiera un objetivo. Aún así, sigo echando por aquí y por allá.

Este verano, dándole unas cuantas vueltas porque le he estado dando clases a una compañera, se me ha pasado por la cabeza intentar sacarme de manera libre el técnico superior de secretariado, como complemento a lo que ya soy. En fin, no es un objetivo claro, pero ya sé que me convalidan un par de asignaturas y las prácticas (que es bastante). Como es un ciclo de 1300 horas, me gustaría sacármelo antes de que añadan nuevos módulos y compliquen el poder sacarlo (todo llegará, porque me huele que algo de contabilidad tendrán que meter en ese ciclo).

domingo, 22 de agosto de 2010

Paternidad

Al hilo de mi entrada anterior, me gustaría hacer una aclaración: no tengo nada malo en contra de la paternidad, sólo que ya no estoy casada y no baso mis esfuerzos actuales en buscar un hombre para tener hijos con él.

De hecho, hoy me voy a comer con mi padre, al que quiero mucho. A mi exmarido también lo quería y para todo, sólo que se me jodió el invento por culpa de su desconfianza y de sus mentiras.

Mi amigo, el que vino del pasado, es un padrazo, yo lo sé. Cuando éramos jovencillos, se le daban muy bien los niños y ahora que tiene los suyos propios, es él el que los lleva para arriba y para abajo, el que se preocupa por sus estudios, etc. Yo sé que hay hombres muy bien preparados para ser padres y se comprometen sin que les cueste para cuidar y educar a sus hijos. Mi padre también fue un hombre joven comprometido con sus hijas. A él no se le caían los anillos para hacernos las coletas y lo que hiciera falta.

A mí me siguen gustando los hombres, aún con todo.

sábado, 21 de agosto de 2010

Inseminación artificial

Creo que no soy la única mujer sola que le pega vueltas al tema de la inseminación artificial para tener hijos.

Aunque soy muy consciente de la situación económica en la que estoy, lo cierto es que ahora sí me apetece tener un hijo. Desde que estoy con mi madre y con mi hermana, me siento más apoyada y veo que tengo tiempo para muchas cosas. Recientemente, he estado haciendo un curso fuera y aunque mi parte de las tareas de la casa no las hacía al completo, ellas se repartían esa parte que me faltaba.

A veces, pienso en que me gustaría tener un trabajo, para poder empezar a mirar la opción de quedarme embarazada. Como soy bastante fantasiosa, me quedo mirando la habitación y ya sé que me compraría una cama de 90, quitaría la de matrimonio y me montaría todo lo del bebé en mi habitación. Así no hay problemas con las noches. Cada vez me gustan más los bebés y los niños en general.

He estado mirando en qué consiste la inseminación artifical. Lo he consultado en la página web de la clínica Vistahermosa. He visto que el porcentaje de éxito para mujeres con donante anónimo es del 80 %, si después de tres o cuatro intentos (depende de la clínica) no te quedas embarazada, empiezan con la fecundación in vitro.

Los donantes son mayores de edad, jóvenes, han asumido el anonimato y se les ha estudiado para descartar malformaciones, problemas congénitos y enfermedades de transmisión sexual. La técnica es mediante la introducción del semen dentro del útero y previamente, se le realiza a la mujer una estimulación suave para que ovule, pero evitando que tenga un parto múltiple.

Lo que he visto por ahí para los casos de inseminacíón artificial es que su precio no es caro, ya que no se trata de una in vitro, que ahí sí que se dispara el precio. Normalmente, por lo que he visto, cada vez que pagas te inseminan una media de dos veces.

Tengo ganas de empezar este año la carrera, pero no me quito del pensamiento la idea de tener un hijo. Como aún tengo tiempo, esperaré un poco más.

Radio parque

Como ya comenté anteriormente en mi blog, me he pasado muchos años viviendo fuera de los núcleos de población, por tanto, apenas tenía vecinos y estos no estaban cerca de mi casa o no venían hasta que no empezaba el verano. Ahora, al regresar al barrio en el que me crié, he recordado lo que es tener vecinos.

Una no se puede bajar tranquilamente al parque sin que no sea sometida a un interrogatorio. Este verano, le he estado dando clases al hijo de mi amiga (un repaso del cole) y, de paso, tenía entretenida también a la niña con dibujos, actividades para niños de su edad, etc., pero querían bajar al parque, la madre estaba trabajando y me pidieron que los acompañara.

Ayer y antes de ayer bajé al parque con los niños. No puedo hablar con mujeres, porque todo el tiempo me fríen a preguntas a las que no me apetece contestar y cambio de tema. No puedo hablar con hombres, porque comienzan las preguntas sobre mi estado civil. Si estos hombres fueran jóvenes, a lo mejor les daba bola, pero como son jubilados, lo justo y necesario para no resultar descortés.

Ayer me encontré con una vecina que es la única persona que se mantiene al margen de todos los chismorreos, por eso, se sienta sola. Se sentó conmigo y me contó su viaje a Santiago de Compostela. Me pasé casi todo el rato hablando de su viaje con ella. Hablamos mucho de Galicia. Creo que en Alicante, cuando llega el verano, nos gusta hablar de dos cosas: el calor pegajoso que hace y lo bien que se está en Galicia que duermen hasta con manta por la noche.

Por supuesto que hago mi vida, no estoy pendiente de los comentarios de alrededor, muchas veces no escucho ni a mi madre, porque si prestara atención a todo, me volvería loca en unos días.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Las verdes praderas

El título de esta entrada se corresponde al de una película española protagonizada por Alfredo Landa y que hace poco he tenido la ocasión de ver.

En la película se narra el fin de semana de una familia de clase media de Madrid. Yo creo que está ambientada a principios de los 80.

Me ha gustado, porque me ha recordado a muchos de los momentos de mi infancia y mi adolescencia. Mis padres, al igual que les pasa al personaje de Alfredo Landa y a su mujer, también pertenecieron a esa clase media de finales de los 70 y primeros de los 80 que gozaban de una posición cómoda fruto del esfuerzo personal. Así, al igual que en la película, los fines de semana nos íbamos a una parcela que tuvimos primero en el campo y, posteriormente, un bungalow en los Arenales del Sol.

Lo cierto es, que al igual que en la película, nadie disfrutaba de esos momentos en la naturaleza o alejados del bullicio de la ciudad: mi padre porque aún así, tenía que salir escopetado para el aeropuerto todos los fines de semana; mi madre porque se pasaba el rato haciendo maletas, deshaciéndolas, volviéndolas a hacer, cocinando y limpiando la casa y cuidando las plantas y nosotras, por lo general, aburridas como una mona, ya que tanto en el campo como en la playa, fuera de la época estival, no había ni un solo niño con el que jugar. Nos poníamos muy pesadas para que nuestros padres nos dejaran invitar a alguna amiga o a alguna de mis primas.

Cuando crecimos un poco, esta situación empeoró, ya que cuando tienes 15 años, te apetece mucho estar con tu grupo de amistades. Recuerdo que odiaba ir a la casa de la playa, porque me desconectaba de mis amistades durante tres meses y apenas me daban permiso para coger el autobús e ir a Alicante a pasar la tarde. Hasta los 16 años, no empecé a aceptar la playa para pasar el verano. Fue mi primer verano de trabajo y lo hice por no estar aburrida. Gracias al trabajo, hice mis primeras amistades de verano.

El tiempo pasó, conocí a mi exmarido y me fui a vivir con él enseguida. Las primeras semanas vivimos en la ciudad, pero pronto, por razones de trabajo, nos fuimos a vivir al campo. Yo tenía que ir a trabajar a la ciudad, mientras él se quedaba en la finca trabajando. Todos los días, coche para arriba, coche para abajo. Es cierto que, al no tener hijos, disponía de más tiempo libre y de vez en cuando, me salía a buscarlo para hablar con él y ayudarlo en algo. Más bien era por hacernos compañía. Aunque no me gustaba la vida en el campo, acabé acostumbrándome a ella.

El sueño de mi exmarido era vivir en un chalet en el campo. Sin embargo, cuando hablábamos de esos temas, le recordaba las innumerables ventajas de la vida en la ciudad: supermercados a los que vas andando, médicos cerca, paradas de autobús cerca, ir a trabajar en autobús, vida en el barrio, ahorro en gastos... Pero es mejor vivir en un chalet o en un bungalow en una urbanización de las afueras. A mí no me parecía mejor, yo sólo miraba los ingresos y los gastos y las cuentas no me cuadraban.

Es cierto que cuando me divorcié y viví sola, elegí quedarme en Arenales viviendo. Los dos últimos años de matrimonio vivimos allí y se constató lo que yo decía con respecto a los gastos y a los ritmos de vida. Prácticamente, sólo dormíamos en la casa de lunes a viernes y los sábados por la mañana, me perdía yendo de compras, a la peluquería, etc. Tan sólo nos quedaba el domingo y si yo me emperraba en no salir a casa ni de padres ni de otros familiares.

Siempre me gustó la ciudad, en concreto, una como Alicante, que no es grande. Vivo cerca de la estación y como me han llamado de un curso en Elche, voy y vengo cómodamente en el tren por 61 € mensuales. Por 7€ y pico, tengo 10 viajes de bono-bus, por tanto, puedo ir y volver de San Vicente, haciendo transbordo (por el precio de un viaje, subo en dos autobuses). Si me pongo enferma, puedo irme al médico andando y si tengo que salir dos veces a comprar porque se me ha olvidado algo, en un santiamén llego andando al supermercado. Tengo cuatro peluquerías en la zona, una esteticién y dos farmacias.

Como gasto menos tiempo en hacer las cosas, tengo más tiempo para perderme por el campo si me apetece.

sábado, 24 de julio de 2010

El hombre que vino del pasado

Hace cuatro años, más o menos, cuando hacía cola en un supermercado del barrio de mis padres, me saludó un hombre con el que "estuve" de los 16 a los 18 años. Hacía 12 años que no nos hablábamos. Dejó de verme, empezó a salir con una chica, luego cortó con ella, conoció a la que es hoy su mujer y se casó con ella.

Nunca se fue del barrio, pero yo no quería coincidir con él, porque me llegué a enamorar y en dos ocasiones, le pedí que saliéramos juntos, a lo que se negó en rotundo.

Cuando nos vimos en la cola del supermercado, me estuvo contando todo lo que le había pasado en los últimos años: dos enfermedades graves y dos hijos. Yo lo escuché, pero no tenía ganas de hablar con él. Yo estaba casada y aún no habían empezado los problemas serios en mi matrimonio. Hablar con él, me pareció algo absurdo, pero entendí entre líneas lo que se le avecinaba a este hombre, aunque aún no había empezado a pasar.

Cuando me divorcié, me lo empecé a cruzar más a menudo. En esos momentos, no quise comentarle nada y me limitaba a saludarlo con la mano desde la acera de enfrente. Un día le conté lo que me había pasado y como en su discurso estaba lo de "no has sido madre, se te va a pasar el arroz", lo cambió en ese momento y me contestó "mejor que no hayas tenido hijos, así no hay daños colaterales".

Este verano, estoy bajando al parque algunos días con los hijos de mi amiga. Él baja al parque con sus hijos y, a veces, coincidimos. Nos pegamos unas "charradas" que en la vida. No puedo evitar sentir que mil ojos nos observan en el barrio. Tiene problemas y muchos.

Lo que más me ha llamado la atención es lo que ha cambiado en todo este tiempo. En esencia, sigue siendo la misma persona, pero cumplir años, sus enfermedades, casarse y tener hijos ha hecho que ahora pueda andar al mismo nivel que yo y contándome cosas por el camino. En esos momentos, aunque disfruto de su compañía porque puedo hablar con total confianza, siento que nos taladran con la mirada.

Llevo unos días que, por diferentes circunstancias y por no encontrármelo, no he bajado al parque.

martes, 29 de junio de 2010

Contestación a Kelevra por su entrada "¿Y ahora qué?"

Querido Kelevra:


Sé que tan sólo nos conocemos por lo que cada uno escribe en su blog, pero me gusta tu forma de escribir y quería contestar a tu penúltima entrada a través de mi blog. Espero no ofenderte, ya que tan sólo pretendo expresar mi opinión.



Cito de tu blog "si una persona en la treintena... está sin pareja, es por algo". Pues sí, yo creo que tienes razón. Yo dejé de estar en pareja cuando tenía 32 años recién cumplidos, llevaba casi 11 años conviviendo con mi pareja, pero realmente, nunca funcionó y sólo lo admití cuando me decidí a dar el paso para dejarlo (ahí está mi parte de responsabilidad). Dejé a mi marido porque él no contaba conmigo para absolutamente nada, por tanto, para estar pintando monas en su vida, decidí que era mejor que yo siguiera mi camino por separado.

Como comentas, me siento "clienta parcialmente insatisfecha": no tengo el listón alto, sólo que no escucho al vendedor, porque el producto lo tengo de sobra conocido. Por seguir usando estos términos, digamos que compro varios productos perecederos, porque no me compensa adquirir uno de larga duración, aunque suene frívolo.

Con respecto a los "potenciales": los hombres sois más complicados de lo que vosotros mismos creéis. Llevo ya tiempo diciendo que no es lo mismo ser simple que tener capacidad de simplificación. Personalmente, yo creo que soy más simple que algunos hombres con los que me he tropezado por accidente.

Yo también me he ido encontrando con de todo, pero con más abanico que tú, yo no sé si es por mi edad o porque soy mujer o por las dos circunstancias. Mi segmento en esta época se ha movido desde los 22 hasta los 50 y algo. Realmente, para mí, lo más interesante se mueve entre los 32 y los 37.

Dentro de los treintañeros, los tipos han sido variados: solteros empedernidos con miedo al compromiso (aunque yo no lo buscara, sí lo he detectado); divorciados poniendo parches y perdiendo el tiempo con varias mujeres (en realidad, o siguen enamorados de sus ex o están enamorándose de otra mujer que no soy yo y con la que no hay manera de que puedan estar porque no tienen paciencia); divorciados con hijos que sí que saben separar diversión de responsabilidad (estos me encantan a mí y son pocos); casados con problemas (estos son más peligrosos que las casadas con problemas); casados aburridos (son aburridos, no sólo están aburridos) y, por último, algo muy extraño a estas alturas, no es malo, sólo que no es común: el soltero virgen que quiere comprometerse y del que tú tienes dudas sobre su sexualidad y sus auténticas intenciones contigo.

Además, yo tengo un pequeño inconveniente, en realidad, para mí no lo es tanto, pero para muchos hombres sí: estoy gorda. No tengo problemas para conseguir lo que quiero, pero no tengo ganas de ponerle demasiado empeño, porque siempre habrá otro que me lo ponga más fácil.

Con todo, tanto con el pasado como con el presente, he terminado un ciclo formativo de grado superior este año y he pedido acceso en la universidad, ya que me parece más interesante invertir mi tiempo en algo así que estar conociendo a una persona con fines sentimentales.




Siempre veo a alguien que me gusta, pero lo dejo a un lado, porque no quiero o no siempre gusto. Además, sabes que estoy en el paro y como no me mantenga... yo no puedo aportar nada más que a mí misma en la relación y son muy pocos los que se pueden permitir algo así.

Saludos.

lunes, 31 de mayo de 2010

Volando cometas

He tenido un buen fin de semana, sobre todo el domingo.

Ayer me fui a la playa con mi amiga y sus hijos. Como este año no tenía casi dinero para hacer regalos de cumpleaños a los chiquillos, les regalé una cometa a cada uno, que es de lo más barato que encontré en la juguetería.

Ni la madre ni los niños habían ido nunca a volar una cometa. Yo no soy una experta, pero sí que he volado cometas con mi padre en la montaña, cuando íbamos de camping.

Llegamos a la playa sobre las seis, que es buena hora, porque el viento aún sopla con la suficiente fuerza. Mi amiga estaba preocupada, porque ella no lo había hecho esto antes y para su sorpresa, conforme terminamos de montar las cometas, salieron volando. Los chiquillos estaban emocionados.

Lo pasamos bien ayer por la tarde y cogimos un poco de color a pesar de llevar algo de protector puesto. Estuvimos en la playa hasta las nueve menos algo.

Como el mar tenía muy buena pinta ya, quizás vayamos a la playa el fin de semana que viene, para darnos el primer chapuzón de este verano.
Echo de menos Arenales.

sábado, 29 de mayo de 2010

Cuando vuelves a vivir con tu familia

Cuando regresé a casa de mis padres, temía no llevarme bien con mi madre. Además, ya estaba en marcha el asunto de mis padres y no tenía ganas de estar en el ojo del huracán. Ya tenía bastante con lo que mi hermana me contaba.

He intentado ser prudente con mis padres en casi todas las situaciones, pero a veces, no he podido contenerme y soltar lo que pensaba, sobre todo, a mi padre. La última pelea fuerte que tuve con mi padre fue a los 14 años y yo le pedí que no lo repitiéramos más. Así fue hasta que me divorcié, que tuvimos una discusión fuerte al poco tiempo y las últimas semanas de convivencia familiar han sido con altibajos en ese aspecto. Los últimos días que pasó él viviendo con nosotras intenté evitar cualquier conflicto que me provocara tristeza.

Sí echo de menos a mi padre viviendo aquí, pero tampoco se ha muerto, podré verlo cuando me apetezca y esté en Alicante. También siento que he perdido confianza en él. Un hombre no es lo mismo cuando simplemente es un hombre que cuando es tu padre, sobre todo, cuando siempre se ha portado bien contigo.

Vivir con mi familia ha sido bueno, porque yo no sabía que me hiciera falta compañía. También he descubierto que las tareas del hogar siempre están hechas, porque nadie se escaquea de hacerlas. Mi madre nos organiza un poco en ese aspecto, aunque nosotras sabemos perfectamente lo que hay que hacer.

Yo me estoy encargando de salir a comprar y hacer recados fuera de la casa, aunque también ayudo a mi hermana a limpiar la casa, miro si hay que poner alguna lavadora, pliego o plancho ropa y, alguna vez, he preparado la comida. Se me había olvidado lo bien organizada que estaba mi familia en cuanto a tareas del hogar se refiere; también he recordado lo que es tener un libro de recetas elaborado por ti misma; preparar determinadas comidas ha sido más fácil siguiendo la libreta de las recetas.

En cuanto a la libertad, sí tengo y mucha. Al principio de divorciarme, mi madre no aprobaba determinados comportamientos, pero lo cierto es que luego ella misma se dio cuenta de que cada uno necesita hacer su propia vida a su manera. Nadie puede imponerle a nadie nada, salvo lo que esté por ley. Cuando regresé a casa, hablé con ella y le expliqué el tipo de vida que estaba llevando. Ella dice que como no me meto en problemas, lo ve bien y a pesar de decirme al principio lo típico de "ya encontrarás a alguien mejor", ahora ha entendido que para estar bien no te hace falta nadie, sólo ser tú misma. Al final, acabó por respetar mi actitud hacia el sexo igual que yo respeto su manera de ver la vida.

Yo creo que vivir de nuevo aquí es lo mejor que me está pasando desde hace 4 años.

lunes, 10 de mayo de 2010

Dos divorcios, un bautizo y un funeral

Desde octubre de 2008, en mi vida familiar ha habido los cuatro acontecimientos del título de la entrada: dos divorcios, un bautizo y un funeral.




Primeramente, mi divorcio, lo cierto es que bastante tranquilo y pacífico, pero muy esperado por toda la familia y algunas amistades. Todos respetaban que siguiera casada, pero nadie quería que siguiéramos juntos.




Segundo, el bautizo de mi última sobrina. Un gran acontecimiento familiar, pero no tan grande como nos tenían acostumbrados mi prima y su marido. Me halagó profundamente el ofrecimiento de ser la madrina de mi última sobrina. Se llama Susana y le gusto mucho. Normalmente, no hago reír a los bebés, pero ella sí se ríe conmigo.




Tercero, la muerte de mi tía-abuela. Con ella, se ha ido la última persona que quedaba de la niñez de mi padre. Para él llega en un momento doloroso.




Por último, el divorcio de mis padres que me tiene en tensión desde que empezó. Me mantuve desde el principio a un lado de los comentarios familiares. Siempre he sostenido que mi padre y mi madre son buenas personas, tanto juntos como por separado. Yo no veo sólo a un hombre y a una mujer, sino a mis padres. No me gustan ni los secretos ni las mentiras, por tanto, aunque todo esto sea un proceso doloroso, es mejor que cada uno se descubra a sí mismo, que estar viviendo toda una vida de autoengaño. Tampoco soy amiga de vivir de cara a la galería ni de las apariencias. Si algo es verdad y es así, cuanto antes se reconozca y se asimile, mejor.



Un amigo mío, divorciado, dice que los hijos sufren menos cuando los padres se divorcian siendo mayores. No tiene razón. Yo veo el sufrimiento de ambos, también sé que ahora les espera ver la realidad de otra manera, pues no sé por qué, el mundo es distinto cuando ya no estás en pareja.



Es curioso que mi padre nos trate de nuevo como si fuéramos niñas pequeñas. Ante eso, lo único que yo hago es recordarle que no lo somos y hacer lo que yo creo oportuno, sí lo escucho, pero le recuerdo que yo ya sé elegir. Me da mucha lástima mi padre, me he dado cuenta de que nunca ha sido una persona feliz. Me preocupa cómo encare la soledad. Puedo ver llorar a mi madre, pero se me encogió el corazón cuando vi llorar a mi padre. Quizás sea porque sólo lo he visto llorar dos veces en toda mi vida o por las circunstancias que pasa. A veces, me gustaría ser un hombre para saber qué hacer o decir, porque no se me ocurre nada.



Mi madre me trata como si fuera una amiga con la que toma café... y yo le digo que busque sus propias amistades, pues no me apetece saber tanto de su vida. Entiendo su sufrimiento. No me gusta cuando se cuelga medallas, porque tampoco es tan perfecta como ella cree.


Por lo menos, ahora son auténticos los dos.


Tengo ganas de que todo esto acabe y de estar tranquila.

domingo, 4 de abril de 2010

1994

Hoy he tomado café con un buen amigo, de los pocos que conservo de la etapa de adolescente. Ha sido, como siempre me pasa cuando voy a verlo, un café interminable en el que hablamos, vemos la tele, paseamos, me riñe, le doy la razón a medias y, esta vez, hemos acabado viendo fotos de cuando él tenía 20 años.
Hemos recordado cómo eran nuestras vidas en 1994 y 1995. Él me ha dicho que ahora es más frío, más sexual... nunca amó tan profundamente como en aquellos años. Ahora él dice que no se enamora. Hace mucho que no está enamorado.
En cambio, yo le he recordado lo que a mí me pasó en 1994: que me sentía terriblemente sola. El grupo de amistades que yo tenía en aquella época cayeron sin remedio en la droga, tan sólo se quedaron fuera dos personas. El resto de las amistades, en las que estaba incluído él, estaban estudiando en la universidad y el resto del tiempo con sus respectivas parejas. No amaba, porque había sido desamada en aquella época, estaba todavía enamorada y no tenía ojos para otros chicos. Me quedé vacía y sola.
En 1995 conocí a mi mejor amiga actualmente. Al principio, no me gustaba ella, pero como fuimos coincidiendo, creo que nos adaptamos la una a la otra. No hace mucho, ambas miramos hacia atrás y recordamos todo lo vivido: conocernos, empezar a salir, conocer a nuestras parejas, los problemas con los trabajos, casarnos, sus hijos, su separación, mi divorcio, etc.
Hasta 1998 no conocí a mi exmarido, que fue la persona que me sacó por completo de la soledad y de la monotonía en la que vivía.
Es cierto que, como le pasa a mi amigo que se siente más frío y sexual, yo también me siento distinta a 1994. Esta vez no quise parar, sino que decidí tomar un camino, con más o menos éxito, o mejor o peor a los ojos de los demás. Esta vez sólo me paré cuatro meses, no tres años.